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La exposición Madrid-Territorio Far West, hasta el 17 de agosto en el Centro Cultural

¿Te imaginas a John Wayne conduciendo una diligencia en El Retiro? Una exposición nos acerca a las localizaciones madrileñas donde trabajaron cineastas relacionados con el Western, como Sergio Leone o Clint Eastwood. En el Centro Cultural hasta el 17 de agosto, de lunes a sábado, de 10:00 a 14:00 horas

Las películas del Oeste son un género cinematográfico ambientado en el EE.UU. del siglo XIX, con todas las connotaciones humanas, sociales y políticas de la época.

El personaje central suele ser un vaquero (cowboy en inglés), cuya caracterización incluye una vestimenta típica, con sombrero incluido, revólver y un fiel compañero: el caballo.

Las localizaciones que se buscaban debían tener una correspondencia con el oeste norteamericano, como la que existe, por ejemplo, entre los paisajes de Hoyo de Manzanares con los alrededores de California y Los Ángeles. La tierra rojiza del Gran Cañón tiene su parecido con ciertas zonas de Alcalá de Henares. Y el río Alberche se convirtió sin complejos en el famoso Río Grande.

A través de carteles, fotografías, fotocromos, elementos de atrezo y bocetos originales de escenografía, podremos descubrir los principales enclaves de nuestra región en los que, gracias a la similitud de sus parajes con los estadounidenses, se pudieron rodar más de doscientos largometrajes de este género, algunos tan importantes como Por un puñado de dólares, la película que propició el boom del género en Europa.

“Gracias a los rodajes cinematográficos anglosajones que desembarcaban en Madrid, y al nacimiento y auge del western producido en Europa, se desarrolló una actividad económica singular en nuestra región”, comenta el escritor y director cinematográfico Víctor Matellano, comisario de la exposición.

En el cine western de los años sesenta y setenta, no se grababa el sonido directo, por lo que todas las películas eran dobladas. Cuando eran coproducciones cada actor hablaba en su idioma, generando poco o ningún entendimiento entre sí. Tan solo sabían detrás de quien les tocaba decir su texto. Esto impuso un ritmo en los diálogos que se convertiría casi en una marca de estilo. En La muerte tiene un precio hay una secuencia en que dialogan actores en inglés, francés, italiano, español y griego. ¿Os imagináis las risas inevitables de no entender nada de nada?


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