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La procesionaria del pino en Moralzarzal

La procesionaria del pino en Moralzarzal

Carmen Muñoz López

Catedrática de Patología Forestal

Desde este último otoño y principalmente durante los meses del invierno, hemos visto la ladera de Matarrubia adoptar un color pardo. Sin duda nos ha sorprendido, porque gran parte de este Monte está constituido por especies de pinos, que son árboles que conservan sus hojas verdes, las acículas, prendidas todo el año. Muchos vecinos que disfrutan frecuentemente de esta zona pudieron observar como nuestro pinar estaba siendo devorado por las orugas de una mariposa de nombre científico Thaumetopoea pityocampa, más conocida como “procesionaria del pino”. No es la primera vez que nos visita, en realidad siempre está, pero este año como en otros muchos pinares españoles, la procesionaria ha alcanzado unos niveles tan elevados (nivel 5 o máximo de infestación), que ha vuelto a recordarnos que es una de las principales plagas de los pinos del área mediterránea. Muchos insectos consumen las hojas de las plantas (son fitófagos), pero eso no implica daño alguno, son pocos individuos comiendo a la vez, y por lo tanto son perfectamente tolerados por sus hospedantes. Ahora bien, cuando hay factores, especialmente de tipo climático, que favorecen el aumento descontrolado de las poblaciones de estos comedores de hojas, se desencadena un “fenómeno plaga”. Es el caso que nos ocupa.

Este Lepidóptero, completa su ciclo biológico pasando por las fases de huevo, oruga, crisálida y mariposa cuando es adulto. Entre cada fase, va sufriendo importantes transformaciones. La fase de oruga (Fig. 1) es muy llamativa por varias razones: las orugas desde que nacen son gregarias, es decir, están siempre juntas.

Procesionaria Fig01

Fig. 1

Construyen bolsones de seda cada vez más compactos donde se refugian para protegerse de los rigores de las temperaturas del invierno (Figs. 2 y 3). Estos bolsones son muy visibles, y especialmente están dispuestos en las zonas de la copa más soleadas pues como receptores de los rayos solares acumulan energía térmica suficiente para proteger a la colonia de los rigores de las temperaturas nocturnas.
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 Procesionaria Fig02

Fig. 2

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 Procesionaria Fig03

Fig. 3

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La actividad fundamental de esta fase de su vida es comer y crecer de tamaño, de forma que, para ir adaptándose a ese crecimiento, tienen que ir mudando su “camisa” porque se les va quedando pequeña. Las orugas tienen cuatro mudas, y el intervalo de desarrollo entre muda y muda, se llama estadio. Por lo tanto, la oruga de procesionaria tiene 5 estadios, que difieren en tamaño, aspecto y color. Importante es recordar que a partir del estadio 3, desarrollan pelos urticantes, como diminutos dardos alojados en una especie de estuches dorsales que se abren con el movimiento, provocando su descarga. En el 5º estadio, o máximo desarrollo de la oruga, el número de pelos urticantes es muy elevado, flotando en el aire del pinar y produciendo reacciones alérgicas muy serias, en la piel y mucosas de las personas y de nuestras mascotas, cuando transitamos por el monte en estos momentos. Las orugas se movilizan en largas hileras o “procesiones”, (y de ahí viene su nombre), tanto para alimentarse, saliendo (generalmente por la noche) y regresando al bolsón a diario, para lo cual cada una produce un hilo de seda conductor que facilita su regreso al nido después de comer (algo así como la cuerda que dejan los escaladores al ir descendiendo), como para localizar los lugares idóneos para enterrarse (Fig. 4).

 Procesionaria Fig04

Fig. 4

Al frente de la procesión de enterramiento siempre va una hembra, más dotada al parecer, para elegir el lugar idóneo donde enterrarse. En ese momento forman entre todo un ovillo, y mediante movimientos más o menos acompasados, ejercen presión en el suelo para conseguir ir enterrándose hasta unos 10-12 cms de profundidad. Una vez escondidas, se dispersan y cada una construye un capullo de seda individual entrando en fase de crisálida.

Esta fase tiene una duración temporal variable, a veces se prolonga de tres o cuatro años (diapausa) tras los cuales emergen finalmente como mariposas machos y hembras los días del verano. Durante el periodo de diapausa cesa la actividad de transformación, tratándose de un mecanismo fisiológico que asegura las salidas del insecto adulto en la época oportuna, por ejemplo, cuando las posibilidades de alimentación de sus futuras orugas sean óptimas. Hay que tenerlo en cuenta para prevenir las variaciones anuales de la población.  Las mariposas no son muy vistosas (Figs. 5 y 6) y viven muy poco tiempo, pero tienen una función muy importante que es la de aparearse, para comenzar de nuevo su ciclo biológico con la puesta de huevos que hace la hembra. Esto va sucediendo, en un ciclo anual, con variaciones según las condiciones climáticas y las localidades, entre los meses del otoño e invierno y los del verano.

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Procesionaria Fig05

Fig. 5: macho

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Procesionaria Fig06

Fig. 6: hembra

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Es decir, que por estas fechas, el verano de la procesionaria consiste en salir de sus zonas de enterramiento, transformadas en mariposas, ayudándose de una pequeña cresta frontal situada en su cabeza. Sólo salen las que rompen la diapausa. Generalmente emergen unas horas antes los machos, que revolotean por el pinar a la espera de la “llamada” que les hacen las hembras (feromonas sexuales), cuando éstas han elegido un pino para hacer la puesta de huevos. La hembra tiene que escoger muy bien ese pino, porque de ello depende que tras la eclosión de los huevos, unos 30 o 40 días después, las pequeñas primeras orugas (de unos 2,5 mm de longitud), tengan disponible de forma inmediata su alimento (generalmente las acículas del ramillo donde ha estado la puesta de huevos). En la elección del pino adecuado, la hembra tiene en cuenta otros detalles, la silueta de los árboles (los favoritos están en los bordes del pinar, o son pinos aislados), el tamaño de las acículas, su grosor etc. Una vez elegido, la hembra sujeta con sus patas fuertemente dos de ellas (el haz de acículas) para ir poniendo los huevos, de forma helicoidal, hasta constituir un canuto o cilindro blanquecino o amarillento, cubierto finalmente con escamas protectoras de su abdomen (Figs.7 y 8).

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 Procesionaria Fig07

Fig. 7

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Procesionaria Fig08

Fig. 8

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Tras la eclosión de los huevos, las pequeñas orugas se mueven por el ramillo y empiezan a comer. Los primeros síntomas de su actividad, hacia el mes de noviembre, podemos detectarlos por la aparición de acículas pardas o pardo rojizas, más o menos enrolladas en espiral y entremezcladas con las verdes (Fig. 9), así como primeras acumulaciones de seda constitutivas de primeros bolsones (Fig. 10), que pueden ser temporales, en función de que tengan que trasladarse a la búsqueda de más alimento, hasta la elección final cuando tejen el bolsón definitivo cada vez más compacto y protector.

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Fig. 9

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Fig. 10

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Y un aspecto muy interesante, sobre todo para la gestión de esta plaga, es la preferencia de la hembra por realizar la puesta de huevos en una especie de pino, Pinus nigra de tal forma, que sí el pinar está constituido por mas especies de pino, las hembras elegirán aquel selectivamente, a veces de forma única sí tienen suficiente.

En Matarrubia se plantaron dos subespecies, Pinus nigra nigra y Pinus nigra salzmannii  muy apetecibles por lo tanto para esta mariposa.

Siguiendo con nuestro relato, en estas fechas veraniegas, podremos ver, quizás, volar algunas mariposas al atardecer, y hacia el final del mes de agosto los “canutos de puestas de huevos”. Sí tenemos en cuenta que en cada uno de estos canutos potencialmente puede haber de 50 a 350 huevos, es fácil entender, que de todos nacen orugas, y todas esas orugas comen durante el invierno las acículas de los pinos, mudando 4 veces e incrementando así sus necesidades nutricias, nunca veríamos los pinos verdes durante estas estaciones. Afortunadamente no es así. Las poblaciones de procesionaria están sometidas a unos fenómenos que tienden a regularlas. La diapausa, el elevado número de parásitos, constituidos por distintos grupos de insectos, tanto de los huevos como de las orugas, así como enfermedades, diezman de forma importante a la plaga en estas fases. Porque sus poblaciones, aunque con un ligero desfase van a aumentar consecuentemente ejerciendo un control biológico natural. No es desdeñable tampoco el importante consumo de orugas que realizan algunos insectos predadores y los pájaros insectívoros, muy abundantes en Moralzarzal como carboneros y herrerillos. Y por último la deseable normalización de las temperaturas durante el invierno, porque cuando no son fríos la supervivencia elevada de orugas por bolsón está garantizada.

A pesar de la espectacular defoliación, la procesionaria no mata al pino, porque su etapa de oruga termina antes de la nueva brotación primaveral de acículas. Por lo tanto, ya volvemos a ver el pinar verde (Figs.11 y 12). Ahora bien, las copas están menos densas, ya que han perdido acículas de varios años y en el proceso de reconstrucción los pinos gastan sus reservas, se debilitan, ralentizan su crecimiento y son más susceptibles a la acción de enfermedades, altas temperaturas, sequía etc. máxime sí se suceden los ataques en años continuados.

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Fig.11

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Fig. 12

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¿Qué podemos hacer? Con un nivel 5 de infestación no hay ningún tratamiento específico contra el insecto, pero por las características actuales del Monte Matarrubia es recomendable aprovechar estas circunstancias para señalar los pinos mas debilitados, eliminarlos, y aclarar el pinar contribuyendo así a su saneamiento. Así como, en la medida de lo posible, iniciar otras medidas selvícolas que vayan asegurando su futuro con una estructura más diversa y estable. Son labores que tardan tiempo en “visualizarse” y en disfrutarse, por lo que cuanto antes se estudie su viabilidad, antes se podrá comenzar y se alcanzarán los objetivos de conservación y mejora. Moralzarzal tiene un entorno privilegiado, los montes que nos rodean, las dehesas, la Dehesa Vieja, los arroyos y fuentes etc., etc., albergan una gran riqueza de flora y fauna que hay que conocer con más profundidad.  Pongamos todo nuestro empeño en ello. Con respecto a Procesionaria, es esperable que, al disminuir la densidad de las copas, y por lo tanto con menos alimento disponible para las orugas que naciesen en otoño, se activará la diapausa, y habrá menor emergencia de mariposas y consecuentemente de puestas de huevos. Por otra parte, las poblaciones de sus parásitos y predadores habrán aumentado, ejerciendo un control natural en los años que siguen a una fuerte defoliación. Y en el futuro, es necesario vigilar la evolución de las poblaciones, porque no aparecen bruscamente con tanta intensidad, atendiendo a primeros focos, eliminando por corta y quema bolsones accesibles, instalando trampas con feromonas, al menos para estimar el nivel poblacional de los adultos. Favorecer la presencia de pájaros insectívoros con la instalación de cajas-nido. Matarrubia es un pinar de uso social que rodea el pueblo, por lo tanto, es aconsejable mantenerlo sano para evitar problemas mayores. Se descartan los tratamientos químicos con productos inhibidores de la muda por sus efectos secundarios negativos. Particularmente los tratamientos aéreos están prohibidos por la UE (Directiva 2009/128 CE) y regulados en nuestro país de forma general según el Real Decreto 1311/2012 de 14 de sept. En cuanto a pinos aislados, dentro del centro urbano, las nuevas técnicas de endoterapia están dando buenos resultados. Aquellos propietarios que tengan pinos en el jardín con algún bolsón, deben optar por cortarlo mediante el uso de unas tijeras situadas en el extremo de una larga pértiga (orugueras) y posteriormente destruirlo. Y una recomendación para los alérgicos, no transitar por pinares con un elevado nivel de esta plaga, y no tocar las orugas ni los bolsones. Igualmente tomar precauciones con respecto a las mascotas evitando que pueden entrar en contacto con las orugas durante sus procesiones.

 

Referencias:

MUÑOZ LÓPEZ, C; PÉREZ FORTEA, V; COBOS SUÁREZ, P; HERNÁNDEZ ALONSO, R y SÁNCHEZ PEÑA, G. 2011. Sanidad Forestal. Guía en imágenes de plagas, enfermedades y otros agentes presentes en los bosques. Ediciones Mundi Prensa. 3ª edición. 575 pp.

ROMANYK, N y CADAHIA, D. (Coord.) 1992. Varios autores. Plagas de insectos en las masas forestales españolas. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.  272 pp


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